Roma, 24 de junio de 1990
Señor
Rene Higuita
Selección Colombia Villa Palaviccini
Bologna
Apreciado René
Excúseme René que a
ratos lo tutié, a ratos lo trate de usted, a ratos….a ratos me den ganas de
llorar, a ratos me sienta profundamente desordenado en la cabeza ya hasta de
pronto escriba incoherencias.
Me costó un poco la decisión de escribirle esta carta
abierta pero lo hago movido por el sentimiento de aprecio y respeto que ciento hacia dos personas. Primero, por René
Higuita, el hombre, ese que he aprendido
a conocer durante estos tres años al lado de la selección Colombia, andando de
acá para allá, de allá para acá, siempre con la ilusión de un triunfo pasajero,
con el sueño de una gloria que es esquiva veleidosa, coqueta y difícil como
mujer joven y creída.
Y segundo, le escribo a René Higuita el portero de la
selección Colombia, ese que también he aprendido a conocer en este mismo lapso,
saliendo aplaudido, gravitando enormemente en los momentos de felicidad y al
que hoy se le crucifica y se le pone en la picota.
Cuando Milla estiro la pierna y le robó este balón que usted
intento pisar para hacerle seguir de largo,
sentí una punzada en el corazón, y para mis adentros pensé: le iba a
pasar algún día, Dios mío, algún día…por qué hoy?...por qué hoy…por qué no mañana en
Ibagué, o en Armenia, o en Cúcuta, o es Santa Marta. Porqué acá, porqué en pleno
Mundial?, porqué hoy, el día de la gloria, el día de la consagración.
Pero eso son designios divinos con los cuales no me quiero
meter porque usted sabe René que todos estamos planillados, todos estamos ya en
la lista del de arriba y solo él nos puede indicar la salida o el escape a su
designios. No sé si usted sea tan creyente como lo puedo se yo, pero si quiero
pensar que ese mismo hacedor de todas las cosas lo quiso poner aprueba en este
momento para recordarle que usted es humano y como humano se equivoca y falla,
yerra, comete errores hace tonterías y que la infabilidad solo pertenece
al Señor, todo creador.
Volvamos René, déjeme decirle que me dolió que al Hombre le
pasara esto, porque lo he comentado muchas veces y en estas páginas de Nuevo
Estadio se encuentra escrito que usted me inspira un profundo respeto porque
usted sabe manejar el carisma, sabe ser ídolo, sabe acariciar la fama y jugar
con ella, sabe untarse de popularidad.
Estos años conviviendo con la selección me han permitido
distinguir entre los idolitos del momento y los auténticos ídolos, en ese parangón
nadie puede tomarse el atrevimiento de compararse con usted.
Nunca le he visto una mala cara para un chiquillo que pide
un autógrafo, jamás le he visto negarse
a una fotografía con el señor o la señora que quiere guardar para la posteridad
ese documento del momento.
Por eso René, porque siempre ha tenido tiempo para responder
las preguntas de los periodistas, porque aun en lo más íntimo de su casa
levanta el teléfono y atiende la requisitoria del momento, a cualquier hora,
porque usted sabe bien quien se debe aún
público y que para llegar a ellos necesita del periodista y de una relación
sana y correcta no puedo menos que sentir un profundo dolor por lo que le pasó.
Y sabe una cosa René?, en este Mundial sí que me confirmó su
categoría como persona, sí que me dejo una gran imagen ver como atendió el
concepto de “Public Relations”. No sé quién te abra inspirado ese manejo
honesto y pulcro para hablar con todos, para conseguir que las televisiones del
mundo aguantasen para poder charlar con ellos, como lograste convencer a los
prepotentes periodistas Italianos que eras una figura y que hablar contigo era
una buena nota, restándole unas pocas líneas a sus Baggios, Baresis y demás.
Eras una figura del Mundial René, para mí lo seguirás
siendo, por tu carácter y personalidad. Esos cabellos largos, desordenados al
viento, esas pintas modernas, ese particular estilo para atajar, había
convertido a Huigita en un símbolo.
Y entonces René empezó a pasarte algo que a todos nos sucede
siempre, Los de arriba te quieren ver abajo, los de arriba no soportan que
alguien llegue asi, y a todos los demás les comenzon a “picar” que fuese el
arquero Colombiano el que estuviese
inventando una pagina de la historia, el que estaba creando el manual del nuevo
portero, del golero del años dos mil. Y todos empezaron a pensar que debías
equivocarte, que debías fallar que no podías seguir saliendo como héroe. Eso me recuerda la historia de Manolete.
Dicen, René. Los que saben de toros que cuando Luis Miguel Dominguín en las décadas
de los 50 comenzó a apretar, a pisarle los talones al inolvidable Manolete, el mismo publico empezó también a pedirle que
se arrimara mas, que se pegara más al toro y entonces el animal termino
llevándoselo porque se le había metido en su propia cornamenta.
Te quiero decir René que te pasó lo mismo. El propio publico
empezó a pedir más y más, los periodistas también, todos querían ver hasta dónde
podía llegar ese arquero extravagante para ellos incomprendido por casi todos,
que salía de su arco y a hacia cosas extrañas.
Y me parece René que caíste en el engaño, les hiciste el
juego a ellos, porque cada realizabas cosas más espectaculares y ya no te
contentabas simplemente con salir y ser arquero “libero” sino que querías más y
más, como eludir a Van Basten y lo hiciste, aludir a Lineker y lo hiciste,
hacerle tremendo sombrero a Voeller, y te salió. Sabes cuál es el problema
René? …que a medida que eran más espectaculares tus maniobras eran mayores los
riesgos y cuando se corren riesgos se termina fallando, siempre se terminan
errando, porque la ley de probabilidades
de éxito va disminuyendo.
Pero, quiero también decirle René que así ese estilo sea
cuestionado hoy, así hoy aparezcan comentaristas muy cerios, y de los otros
también que critiquen lo que te paso, que saquen pecho y digan con la boca
llena: “vio?...yo se lo dije…algún día le iba a suceder y nos va hacer pasar un
papelón…”lo tuyo es válido es una nueva interpretación, es más elogiado que
criticado, es más querido y amado que vituperado.
Lo he sentido hoy, 24
horas después de que paso lo Nápoles, cuando escucho la gente del pueblo y leo
los diarios. Dicen que se te fue la mano, dicen que te pasaste de revoluciones,
dicen que no había necesidad de hacerla, pero yo te entiendo René, yo sé que querías
agrandar el equipo darle moral, inyectarle confianza, y salir y desde atrás
decirles vamos…vamos…vamos…porque ya lo has hecho otras veces, porque ya en
otras oportunidades con una salida tuya le marcaste el camino al equipo cuando
estaba caído, porque tus “higuitadas” ya
han surtido efecto, lo intentaste. Note salió. Bueno, que vamos a hacer.
Me estoy haciendo largo y no quiero cansarte así que voy redondeando.
Me gustó mucho lo que dijiste ayer en la conferencia de prensa: “No pienso cambiar...yo soy así…”. Bravo René, no
podía esperar menos, no podría hoy acepta una declaración tuya en sentido contrario.
Uno, René, no puede renunciar halo suyo, uno no puede claudificar en sus
convicciones, uno tiene que andar en al vía derecho, soy así y punto, al que le
guste bien, al que no le gusto… que se jorobe… uno no puede vivir acomodado,
tratando de hacerle esguinces permanentes a su personalidad.
Por eso René recibe esta carta, recibe un abrazo de
compatriota y creó también que de conocido que pretende ser amigo más allá de
las declaraciones o las charlas, recibe un apretón de manos y no cambies René,
por favor, no vayas a cambiar déjanos ser felices halos Colombianos que
gustamos del show de René, déjanos ser felices halos que tarde o temprano,
aprendimos a ser felices, halos que nos gusta la gente con testosterona halos
que no les importa el que dirán.
Y hoy más que nunca estamos contigo René, hoy más que nunca
René debes saber que esta carta es apenas el mensaje de un Colombiano que
interpreta el sentimiento de millares de ellos que quisieran tener un periódico
para escribírtela.
Espero haber sido fiel a ese sentir.
Cordialmente
Iván Mejía Álvarez.
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