"Pippo" Inzaghi, uno de los grandes artilleros de la historia del fútbol, ha decidido dar un respiro definitivo a los defensas rivales, un gesto que agradecerán todos aquellos que sufrieron su implacable sed de gol.
Inzaghi cambia las botas de jugador por el chándal de entrenador después de rechazar varias ofertas que había recibido para seguir sembrando el pánico en las áreas, donde su habilidad para desmarcarse y anotar volvía locos a los defensas.
Este verdadero "ratón" de área, de 38 años de edad, ha decidido apagar la nostalgia con la dirección del equipo juvenil del Milán (sub'16), con un contrato hasta el 2014, una "aventura", como dice, que le compensará de su retirada de los campos de juego después de más de dos décadas de actividad.
"Agradezco a los clubes que han ofrecido seguir jugando, pero creo que el vínculo con el Milán debía de seguir, lo que abre un nuevo capítulo de mi vida", dijo.
Inzaghi se unió al final de la pasada temporada a un grupo de estrellas veteranas del "calcio" que abandonaron el club de sus últimos años, como Alessandro Del Piero (Juventus), Gennaro Gatusso, Alesandro Nesta y Clarence Seedorf (Milán).
La diferencia es que Del Piero, de 37 años, que por el momento no tiene equipo, Gatusso (34 años, Sion suizo), Nesta (36, Impact de Montreal) y Seedorf (36, Botafogo brasileño) han optado por seguir jugando.
"Pippo" Inzaghi militó once temporadas en el Milan, con quien finalizó este verano su contrato. Aportó a los rojinegros 73 goles en 202 partidos. En total, y como profesional, firmó 316 dianas, 50 de ellas en la Liga de Campeones y un global de 72 en la copas europeas, siete goles por detrás del máximo cañonero histórico, el español Raúl.
Antes, Inzaghi fue un pilar del Juventus, con 58 dianas en 120 partidos de Liga. También jugó en otros conjuntos como el Atalanta y el Parma. Con la selección, anotó 25 tantos en 57 partidos.
Campeón mundial con Italia en Alemania 2006, donde jugó un partido, contra la República Checa, a la que marcó el segundo gol del triunfo por 2-0, también cuenta en su palmarés con tres títulos de Liga, dos de la Liga de Campeones y uno del Mundialito de clubes.
Su despedida el 13 de mayo repitió, como por arte de magia, una de las características más espectaculares de "SuperPippo": salir al terreno de juego y anotar pocos minutos después. Selló el 2-1 a favor del Milán ante el Novara en San Siro. Era su partido 300 con los rojinegros.
"Si hubiera escrito un guión, sería exactamente así, con el último gol de mi carrera ante mi afición", dijo Inzaghi, al que su eficacia goleadora le ha valido todo tipo de apodos: el Príncipe, Superpippo, Terminator, la "serpiente coral" del área de penalti, el "halcón" del área.
"Muchos me definen como un "ladrón" y probablemente lo sea pero creo que detrás hay algo más", dijo en una ocasión para definir su modo de deambular por el área para robarle la cartera a su marcadores en un abrir y cerrar de ojos.
Lo comprobaron los más poderosos equipos del mundo. Lo padeció el Deportivo de La Coruña el 24 de septiembre de 2002, en una noche aciaga en Riazor en la fase de grupos de la Liga de Campeones. Inzaghi firmó un triplete que completó el 0-4 de los visitantes y le situó, con 40, como el máximo artillero europeo en la historia de los clubes italianos.
La misma cara de sorpresa se le quedó a la defensa del Liverpool y al portero Pepe Reina en la final de la Liga de Campeones del 23 de mayo de 2007 cuando Inzaghi tocó lo justo un rechace de la barrera inglesa a un disparo de Andrea Pirlo. Un gol de los suyos. De oportunista nato. En el 89, aprovechó un pase de Kaka para regatear a Reina y firmar el 2-0, maquillado un minuto después por Kuy. Fue la séptima Copa de Europa del club italiano.
El 16 de diciembre de 2007 le tocó a Boca Juniors de Banega y Palacio recibir los golpes de Inzaghi. Fue en la final del Mundial de Clubes en Yokohama (Japón). Triunfo de los italianos por 4-2 (su cuarto título continental), dos de las dianas del "cazagoles" Inzaghi.
Con el recuerdo imborrable de estos goles, Pippo" se va con tristeza, pero con la seguridad de que el destino ya no podía darle más de lo que mucho que le dio. Una decisión tomada con la cabeza, ya que, asegura, el corazón no le habría hecho abandonar "ni a los 60 años". EFE
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